Hace casi un año, por estas fechas, y tras el Iniestazo, el Barça se clasificó para la final de Champions de 2009. El rival era el United. Antes del partido definitivo para determinar quién alzaba la Orejona, como es típico, en Canal + emitieron una previa, con reportajes y momentos históricos del Barça. Uno de ellos fue un reportaje sobre la primera final de Copa de Europa que disputó el Barça, allá por el año 61, algo que ya os he contado alguna vez en algún comentario. El Barça se media el todopoderoso Benfica, que un año después derroto también en la final al Real Madrid que ya tenía sus 5 primeras Copas. Aquella final la perdió el Barça 3-2, tras estrellar 5 balones en los postes. Siendo muy superiores a los lusos, pero cayendo y quedándose sin la Primera que llegaría 31 años después. En aquella final, Ramallets, uno de los mejores porteros españoles de todos los tiempos, encajo un gol de los que hoy en día consideramos “goles bobos”. Un balón bombeado de su propia defensa, que no pudo atajar porque el sol le cegó.
Quizás ese gol privó al Barça del título, quizás no. Pero el cancerbero, de más de 80 años en la actualidad, salió en el reportaje diciendo lo siguiente:
“Daría años de mi vida por no haber encajado aquel gol”.
La verdad que me emocionaba ver a una persona mayor como él, que tanto tiempo después de aquello siguiese recordándolo, siguiese pesándole tanto aquel gol, hasta tal punto que si el Diablo le ofreciese esa Copa de Europa a cambio de unos años de su vida, estoy convencido que aceptaría.
Ese día, durante ese reportaje, comprendí lo que es el sentimiento culé, lo que es el amor por unos colores. Me enorgulleció ser del Barça. Me enorgulleció escoger esos colores cuando era pequeño, cuando jugaba en el patio del colegio con mis amigos imaginando que éramos los jugadores que por entonces estaban en el Barça.
Así deben saltar esta noche nuestros jugadores. Orgullosos de ser culés, de haber entrado en la historia, y siendo conscientes de que aun pueden entrar más. Esta noche a buen seguro se dejaran la piel, por ellos, y por todos los que como yo, defendemos esos colores por ejemplo en webs como esta. A mí no me da de comer que gane o pierda el Barça. Pero el Barça es un sentimiento, un estado de ánimo, que me hace estar contento cuando gana, y algo tristón si pierde, aunque no se vaya a acabar el mundo.
Esta noche, cuando el árbitro pite el final del partido, quizás el Barça esté clasificado para jugar la final ante el Bayern. Yo estaré orgulloso de ello. Puede ser que estemos eliminados, que digamos adiós a la final, y que nos llevemos un golpe moral fatal para la Liga. Lo que sería un fracaso, pero aún asi me dará igual. Seguiré estando orgulloso de aquella elección que hice de pequeño, y daré la enhorabuena al rival, demostrando que también sabemos perder.
En definitiva, esta noche me dejare la voz animando al Barça, a mi Barça.
Visca Barça.
