¿Quiere usted inflar un mercado? Ponga un Mundial en su vida.
Este macroevento deportivo que se celebra cada cuatro años y en donde se aglutina lo más selecto del panorama futbolístico internacional, se ha convertido por méritos propios en un escaparate ideal para cualquiera que participe en él. Clubes y agentes se frotan las manos cada vez que alguno de sus representados realiza una regate imposible, una filigrana despatarrante o un golazo de bandera. Ayer sin ir más lejos, Maicón, tremendo lateral diestro brasileño que milita en el Inter de Milán, se salió con un partidazo antológico. El Real Madrid anda tras los pasos del carioca hace tiempo y la llegada de Mourinho al banquillo blanco no hace sino reafirmar el deseo del club de Chamatín en incorporar a sus filas al Neroazzurro. Así que tras las exhibición de ayer, unos, los del Inter, se frotan las manos sabedores que el caché del jugador ha subido otros 10 millones de euros y otros, los del Madrid, se tiran de los pelos por no haber cerrado antes del campeonato internacional, un acuerdo mucho más adecuado y realista al momento económico que nos toca vivir.

Este campeonato sirve también para revalorizar a jugadores que pasan desapercibidos en sus ligas. Caso de Ozil, jugador de la selección alemana al que ya se le cita como el Messi germano. Vamos, que es muy habitual sobrevalorar por un par de partidos buenos a jugadores que por lo general son del montón. Lo vimos con Diouf, Klose y otros muchos, protagonizando sonados traspasos tras el mundial y ofreciendo un rendimiento más bien discreto en los clubes compradores.
Así que para mi, estos campeonatos solo sirven, mercadotecnicamente hablando, para encarecer o abaratar lo conocido y si se da el caso, vender una moto con mucho reprís y poco fondo a cualquier incauto de la vida. Están avisados.