miércoles, 30 de junio de 2010

España 1 - Portugal 0: Nos espera Paraguay

En octavos de final ya no hay revancha y España asistía al choque de Ciudad del Cabo después de cumplir en una primera fase que se le complicó más de lo previsto. Sus propios errores la llevaron a tener que jugarse la vida hasta el último minuto del partido contra la eliminada selección de Marcelo Bielsa, sus esquemas y su falta de elasticidad para entender el juego y concluir que el talento está siempre por encima de los sistemas.

Era Portugal el rival a batir en el primer partido de eliminación directa. Un equipo, el de Queiroz, rocoso y defensivo. Su carta atacante, la soledad de Cristiano Ronaldo y los volantes de segunda línea. A priori, un partido cerrado y de alto riesgo.

El entrenador español se decidió por los mismos jugadores que ganaron a los trasandinos, es decir: Casillas; Ramos, Piqué, Puyol y Capdevila; Busquets, Xabi Alonso; Xavi, Iniesta; Torres y Villa. Por su parte, Querioz se decidió por la siguiente formación: Eduardo; Ricardo Costa, Bruno Alves, Carvalho, Coentrao; Tiago, Pepe, Raúl Meireles; Simao, Hugo Almeida y Cristiano Ronaldo.

España salió al campo de juego con la idea de siempre, es decir tener la pelota y buscar los espacios. La primera jugada de La Roja, al minuto, fue la muestra de los que esperábamos ver: circulación precisa del balón y espacios ocupados a lo ancho. Dos remates, uno de Torres y otro de Villa exigieron a Eduardo que rechazó ambos disparos, no sin esfuerzo. España jugaba a placer y Portugal sólo era una sombra que acechaba nuestros temores pero no parecía una amenaza real.

Portugal se refugiaba con tres mediocampistas defensivos y con Cristiano esperando en posición de extremo derecho. Cuando Busquets y Xabi Alonso dominaban el juego, Pepe sufría su falta de ritmo, su incapacidad en las distancias cortas y su visión del fútbol como defensa central. Sólo echábamos de menos que Xavi no asumiera el manejo de los tiempos para habilitar a los movedizos Torres y Villa, de buen comienzo. Iniesta era el socio de todos y maquillaba el desconcierto de Xavi en posición de diez.

La selección de Carlos Queiroz respondió con una muestra del enorme talento de Coentrâo quien apiló un par españoles, jugó para Tiago y su remate fue repelido a duras penas por, una vez más, el dubitativo Casillas. España estaba obligada a manejar la pelota y a ser precisa para evitar cualquier tipo de reacción lusa. Un tiro libre de Cristiano Ronaldo desde Lisboa provocó en Íker un ataque de pánico en forma de rebote al medio del área que rechazó Puyol. Emparejaba Portugal gracias a las divididas que Baldassi pitaba siempre a favor de los portugueses.

Poco a poco, el dominio español se fue diluyendo ante la ausencia de recursos entre líneas y la tozuda costumbre de atacar por la banda derecha que defendía el invulnerable Coentrâo. Con empate parcial, un portero aterrorizado, un ataque dirigido hacia el embudo y empate a cero en el marcador, nos fuimos al descanso.

Portugueses y españoles saltaron a la reanudación sin cambios. ¿Sería el momento de Cesc Fábregas por alguno de los pivotes? La opción no era una utopía y el partido podía necesitar soluciones de este tipo. Sin embargo, todo seguía igual e incierto en el arranque de la segunda mitad.

España iba y Portugal venía: dos propuestas diferentes, ofrecian un partido atractivo y con amplios márgenes de error en el maracador. La Roja verticalizaba, atacaba por los dos costados pero no lograba poner un hombre mano a mano con Eduardo. Por su parte, la contra lusa era un parto para los de Del Bosque que sufrían horrores en cada ataque portugués. El técnico salmantino puso a Fernando Llorente por Torres. La primera que tuvo el atacante navarro, el gol salió de su cabeza pero tapó Eduardo. Villa, en la siguiente, disparó desde fuera del área aunque su remate salió besando el palo izquierdo. Era más y mejor España.

Por lógica, La Roja abrió el marcador con un golazo de David Villa. Pase vertical de Iniesta, taconazo de Xavi y definición del Guaje para el 1-0. La conexión era perfecta, Xavi Hernández se comía la cancha y España dominaba el partido, con David Villa impresionante y una selección capaz de todo jugando de esta manera. El ataque de la campeona de Europa perforaba a Portugal, ahora sí, por su costado derecho, en donde Villa jugaba a su antojo. Mientras España bailaba a los portugueses, Cristiano Ronaldo se quejaba de los cambios que hacía Queiroz. Los cuartos de final estaban muy cerca.

Los minutos pasaban, el final estaba cerca y la hinchada portuguesa silbaba a sus jugadores que plantaban la bandera de la rendición ante cada toque de España. Xavi, repetimos, la bordaba, Iniesta acompañaba con su jerarquía habitual, Llorente aguantaba la pelota jugando y Sergio Ramos era una puñalada con cada movimiento al espacio. Pero sin lugar a dudas, el hombre del partido fue David Villa con su gol, sus desmarques y su par de cojones. España, La Furia y La Roja, uno de los claros candidatos a ser campeón del mundo. goal.com
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