Cuando Se dijo que Wenger, Capello y unos cuantos más dieron una respuesta negativa a la propuesta ambiciosa de Florentino Pérez en verano pasado, al mandatario blanco no le quedó más remedio que aceptar la última bala que le quedaba. Bendecida por su mano derecha Jorge Valdano, la llegada de Pelegrini fue aceptada por el “ser superior” con una sonrisa a medias, de mentira, de usar y tirar.
Florentino optó por esconderse tras el discurso musical de Jorge Valdano, dirigir en esa dirección todas las preguntas punzantes y hacer de testigo mudo en las ocasiones de mayor decepción. No hay más que ver sus nulas respuestas en los instantes, e incluso días, posteriores al ya famoso “alcorconazo”. Fue el argentino quien tuvo que mirar a la cámara y encantarla con sus palabras de poeta. El mismo guión fue empleado el día en que por octava vez consecutiva su equipo se caía del camino de Champions por el barranco molesto de octavos de final. Tú habla que yo me escondo.
El chileno nunca contó con el beneplácito de su máximo jefe. Era un secreto a voces y él lo sabía desde que entró en la institución, porque como el mismo dice; no creo que sea demasiado estúpido como para no darse cuenta de las cosas claras como el agua. Sabía también que de él mismo dependía su tiempo de estancia en la nave madrileña, porque este Real Madrid es un club de exigencias inalcanzables y a la mínima decepción te fusilan en el paredón blanco. Ahora parece haber barra libre para disparar contra el sudamericano. Los mismos diarios que hace alrededor de un año, lo recibían con micrófonos amables y redacciones prometedoras hoy lo persiguen por doquier. En ese coto privado de caza, Pelegrini es una apetecible presa; solitaria, indefensa, con ojos somnolientos y caminar fúnebre. El “tiro al chileno” se ha convertido en su pasatiempo predilecto, a la espera de ver quien es el que da el disparo definitivo.
Esta misma prensa deportiva del corazón, la PDC, conformada por los cuervos disfrazados, es la misma que ahora trae en vuelo de primera al portugués Mourinho. Jugando con el morbo del madridista, es a él a quien ahora ofrecen como el salvador del club de la capital. Ahora no importan sus métodos rácanos, ni tampoco su lengua de serpiente que tan bien sabe usar para despertar ira hasta en el más pacifico. Solo importa el hecho de que es el que más vende, el que está en boca de todos, porque su ejército de Milán apago la sinfonía blaugrana de Champions. Mourinho juega para ganar no para gustar. Y haya por donde va logra su objetivo. Ahora no es relevante el como, pero si lo será cuando los títulos tarden en llegar y la impaciencia domine los teclados de los cuervos disfrazados. Entonces será cuando no gusten sus estrategias de trinchera y su boca de dragón. Entonces será cuando lo empujen del cielo encantado al que ellos mismos lo subieron en sus alas. Hay que seguir vendiendo periódicos.
El Real Madrid, apoyado por su prensa deportiva del corazón echará esta temporada a Pelegrini y muy posiblemente traerán a Mourinho al banquillo. Porque esto funciona así, porque este parece ser el modelo deportivo elegido por este Madrid de los millones y del gigantesco empresario Florentino Pérez.
Al igual que José Mota, un gran cómico y tremendo artista, suele repetir una frase que está arraigada en él desde edades tempranas en las entrañas de su pueblo: “las gallinas que entran por las que van saliendo”. Este Real Madrid del siglo XXI suele repetir una frase que está afianzada en la institución desde los primeros soles de este siglo: “Los técnicos que entran por los que van saliendo”.